Ahora todos tenemos derecho a ser raros. Contra la positiva idea de ser  normal,  lo que abre nuestro porvenir más brillante es ser únicos,...

Ahora todos tenemos derecho a ser raros. Contra la positiva idea de ser normal, lo que abre nuestro porvenir más brillante es ser únicos, extraños a todos. Pero ser extraño es ser queer, una palabra que en inglés significa rarito, si se trata de sugerir algo sobre la sexualidad y que, de hecho, se emplea incorrectamente para los maricones.
Los queers, sin embargo, son cosa diferente a los homosexuales. Más aún, contemplan la clasificación gay como una forma demasiado perfecta de integración. Y lo mismo piensan en cuanto a sectores ya calificados como los travestidos, los transexuales, las drag-queens y drag-kings, los bisexuales, las lesbianas, que parecen poder ordenarse en un catálogo de variedades estables.
Cuentan los entendidos que -en un principio- las prácticas o alistamientos sexuales fuera de la convención y los estudios de género, promovidas por feministas, constituyeron los precedentes de la teoría queer. Una teoría que empezó a cuajar en los años noventa del siglo XX en EE UU y que ha ido creciendo en las universidades.
Ha crecido con tanta fecundidad que ahora lo queer no sólo hace referencia a gente curiosa en sus inclinaciones sexuales, sino que comprende la extensión de la curiosidad hacia cualquier experimentación mixtificadora en otros campos.
Tiene que ver con aventuras alternativas en la lingüística, en la epistemología, en la representación o la política, aspectos que crean, cuando todo parecía acabado, el nacimiento de una inesperada contracultura.
En los conceptos se advierte una herencia rotunda de los escritos de Michel Foucault, especialmente su Historia de la sexualidad, pero hasta los grupos antisida como ACT UP intervienen en la formación de un discurso que enlaza perfectamente con los debates posmodernos.
Por ejemplo: dentro de la homosexualidad, los llamados ‘construccionistas’ (opuestos a los ‘esencialistas’, quienes defienden una base genética) consideran que la homosexualidad no nace como categoría cultural hasta que una serie de circunstancias (sociopolíticas, económicas) lograron propiciar una determinada autoconciencia erótica, individual y colectiva, que en absoluto son equivalentes a las prácticas sexuales entre personas de un mismo sexo en otras épocas.
Se llega a ser homosexal no sólo a través de unos genes (esencialismo), sino a través de una compleja interacción histórica. La condición, que llega a considerse homosexual, por ejemplo, no sería sólo un rasgo biológico o una actividad, sino una identidad que aparece en un proceso de construcción.
No hay una identidad homosexual fija. No hay una identidad sexual idéntica. No hay un género unívoco. Como en el trabajo, como en el amor, las identidades cambian, se mezclan, se degradan, se refuerzan, se canjean, se disipan.
Muchos de los trabajos más interesantes y recientes en torno al fenómeno queer desvían ya su significado hacia dimensiones identitarias que el sexo no puede abarcar por completo, como es el caso de la raza, la etnia y la nacionalidad poscolonial, factores que se entrelazan a la sexualidad y elaboran una identidad deslizante.
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Ser queer es lo raro de ayer y lo que tiende a convertirse en un modelo de ser para el futuro. Las sociedades, los grupos, las ciencias, la moda, los diseños de automóviles, las disciplinas sociales e incluso las relaciones amorosas se hacen queer.
En los programas de estudio de las mejores universidades y en editoriales de ColumbiaDuke o Chicago crecen los trabajos sobre esta nueva filosofía del mestizaje total.
¿En Costa Rica? Lo queer se encuentra todavía estigmatizado o en sus primeros tanteos.
Dos libros que hacen referencia al estigma que vive lo queer en América Latina son Teoría torcida (Siglo XXI), de Ricardo Llamas, y La crisis de la heterosexualidad (Laertes), de Óscar Guasch, pueden considerarse directa o indirectamente pioneros en la exposición del fenómeno.
Tres focos queer son, además, detectables hoy en nuestro país:
Uno se encuentra entre personas vinculadas a grupos homosexuales y la lucha antisida.
Otro, en los contactos internacionales con ticos a través de los chatde Internet.
Finalmente, otro más cunde entre grupos antiglobalización porque allí la energía desequilibrante, el queer, se transmite como un poder contra la homologación de los modos de vida, contra la repetición política, el arte establecido, el pensamiento único, la globalización fatal.
Fear of queer planet (Miedo a un planeta queer) es el título de una antología publicada hace más de 20 años por Michael Warner donde se denuncia los intentos de sofocar la lucha queer, cuyo pensamiento cultural es contemplado como una inesperada voz disonante.
De hecho, cuando una persona se identifica con lo queer rechaza clasificaciones sexuales, pero además tiende a promover un cambio individual y colectivo desde diversas instancias y en contra de cualquier censura.
Las personas queer desestabilizan los cánones universalistas, transgreden los patrones unívocos y remueven de forma sistemática tanto sus propios límites como los códigos dualistas y conservadores.
¿Agotadas las ideologías? ¿Obsoletos los partidos políticos? ¿Fin de la izquierda? ¿Regreso del fascismo?
yo-sissy-gay-berlinContra esa decadencia surge lo queer: una corriente inédita que contiene, en sus esencias polivalentes, multifacéticas, híbridas, el sabor de una alternativa asociada al contenido más íntimo de lo actual.

Quién no ha oído hablar hoy día de la cultura queer, el movimiento queer, incluso la moda queer, y a muchas personas definirse como quee...

Quién no ha oído hablar hoy día de la cultura queer, el movimiento queer, incluso la moda queer, y a muchas personas definirse como queer. Pero, ¿qué significa ese adjetivo, cómo y porqué nació y cuáles son sus derivaciones?

La palabra queer, en inglés, significa originariamente algo así como “extraño”, “fuera de la norma”, “alienado o alienante”. No es de extrañar, por ello, que se aplicara en los marginados sociales de mediados del siglo XX: lo queer era insulto, principalmente homófobo, a todo lo que tuviera relación con lo que desafiaba lo establecido y lo homogéneo y conservador, como el feminismo en sus comienzos. Pero el vocablo se da la vuelta al ser adoptado por los grupos minoritarios sexuales, culturales, de raza o de origen, de posición social o económica, etc. Desfavorecidos excluidos o señalados por una sociedad donde prima la heterosexualidad institucionalizada, la raza blanca, la concepción única de los términos de género y sexo para determinar a las personas, se sintieron de repente identificados con ese término alternativo y, “lo queer”, empezó a transformarse en toda una teoría sociológica con numerosas connotaciones en distintas facetas humanas.

El movimiento Queer
Se tiene como origen del movimiento queer las diferencias ideológicas surgidas en el seno del feminismo, entre las feministas “tradicionales” y las activistas lesbianas, a mediados del siglo XX. Estas últimas, reivindicaban una sexualidad más plural, libre y diversa, descentralizada del coito y la procreación y que rompía las bases del patriarcado. Así mismo, se ponía en duda la importancia del género como identificador de hombres y mujeres. El feminismo tradicional, anclado en sus luchas por los derechos de las mujeres en su conjunto y sin hacer especiales concesiones a los distintos intereses de las distintas minorías de mujeres, no apoyó esas disensiones. La impotencia e indefensión de sus ideas que eso generó en algunos colectivos de lesbianas, que también se veían discriminadas en los incipientes grupos activistas de homosexuales, hizo que brotara el movimiento queer. La criminalización, en esa época, de los homosexuales ante la lacra del sida (VIH), ayudó a la propulsión del movimiento queer, como una respuesta hecha con audacia y rabia contra esas marginaciones.
La teoría Queer, ¿qué defiende?
El pensamiento queer rechaza todo los roles establecidos como inamovibles o rígidos en el sistema convencional. El queer, admite la diversidad absoluta como dimensión humana, sin determinantes biológicos o sociales de género, sexo, raza, cultura, nacionalidades, ni otros factores que establezcan distinciones sociales. Centrándose en la sexualidad, el queer discute que exista diferencia entre homosexualidad o heterosexualidad, abogando por una “multitud sexual”, que incluye a transgéneros de todos los tipos y a bisexuales.
En Estados Unidos , en 1989 y en la ciudad de New York, surgía el primer grupo queer que generaría la expansión de esa teoría con la formación de otros colectivos seguidores de esas ideas. Llamado el Queer Nation, ese grupo se extendió por todo el país y Canadá, promoviéndose en todo tipo de ciudades y campus universitarios. La ideología arraigó también en Gran Bretaña y otros países. A pesar de ese auge, los grupos de Queer Nation se disgregaron y desaparecieron a mitad de la década de los años 90. Su desgaste, dicen los que los han estudiado, se debió a la radicalidad democrática que quisieron imponer.
No obstante, el queer en sí mismo goza hoy en día de toda una cultura que lo diferencia y lo consagra. Su ideario, tanto político como social, cultural o antropológico, es de por sí algo que sigue siendo materia de estudio y cuestionamiento, así como base para distintas corrientes queer.
Es larga la lista de personajes que han significado mucho para el pensamiento y la teoría queer, a lo largo de estas últimas décadas y la evolución de dicho movimiento. Los pioneros en difundir el queer, fueron personajes c omo Gayle Rubin, Kaja Silverman, D.A. Miller, Sue-Ellen Case, Douglas Crimp, o Michel Foucault , entre muchos otros. Y es muy extensa la literatura y opiniones de toda índole de autores que ha provocado. Desde la feminista Teresa de Laurentis, quien fue la primera en utilizar el término “teoría queer”, hasta Ricki Wilchins y su Queer Theory, Gender Theory (Teoría Queer, Teoría de Género), pasando por multitud de estudiosos de las humanidades y la sociología, que han enfocado la atención en ese ideario que forma parte, ya, de la historia de los siglos XX y XXI.

Es importante que podamos distinguir entre el término “andrógino”, que nos habla de características físicas masculinas y femeninas fusion...

Es importante que podamos distinguir entre el término “andrógino”, que nos habla de características físicas masculinas y femeninas fusionadas, y el término agénero el cual no reconoce sexo alguno. En Marzo de 2015 la gran cadena de tiendas londinense Selfridges & Co inauguró una de tres plantas dedicadas a este tipo de moda y lanzó la campaña publicitaria Agender, protagonizada por Hari Nef, que aclara “Ni ella, ni él. Yo”. Vale aclarar que, para dejar de lado los sexos binarios, hubo que apartar las estrategias de comercio y el merchandising tradicionales. Asimismo, en Argentina, esta nueva ideología se vio reflejada sobre la pasarela de BAFWeek:










La diseñadora de Maison Nomade nos dice:
“Me gusta que mi ropa la usen las personas que se sientan cómodas con ella, independientemente de su sexo. Yo visto seres… seres urbanos en movimiento” y nos remarca “el término unisex se quedó en los 90. Hoy se dice agénero, porque no hay definición alguna. Cada uno tiene derecho a percibirse como quiera y hay tantos roles como seres en el mundo”.
Claro que no es algo nuevo, el traje de sastre – libre de corset-  de Coco Chanel a principios del siglo XX  es un ejemplo de de-construcción sexual. También David Bowie puede considerarse como referencia.
Pero este movimiento no sólo se hace un lugar en las tiendas y en las pasarelas. Los modelos neutros son de lo más buscado en este momento. Una de las modelos que impactó la portada de Vogue fue la holandesa Saskia de Brauw, de 29 años que nos dejó en claro que todo es cuestión de mantenerse fiel a uno mismo. Por otro lado, Andreja Pejic, una modelo transgénero de origen bosniocroata fue elegida por grandes marcas de la industria como Gaultier, Marc Jacobs y hasta el diseñador Michael Michalsky para mostrar sus creaciones basados en conceptos únicos con el fin de liberar la moda de categorización alguna, abandonando la silueta para diseñar prendas con morfologías neutras.
La moda ahora es de todos, es libre y no prejuzga. No es una tendencia, es un cambio de actitud; una nueva forma de diseñar, de vender, de comprar y de vestir.

Entrevistas a Artistas Queer negros: Sean Flack 'Qiana Kitt', Carre Real, y Ashley Hicks 'Adzua-Gette Cole.





Entrevistas a Artistas Queer negros: Sean Flack 'Qiana Kitt', Carre Real, y Ashley Hicks 'Adzua-Gette Cole.

Esta discusión tuvo lugar durante el evento colectivo Partisan Collective "Ciudades de la esperanza Queer", que celebró la políti...



Esta discusión tuvo lugar durante el evento colectivo Partisan Collective "Ciudades de la esperanza Queer", que celebró la política y cultura queer en Manchester. Este evento se llevó a cabo en colaboración con el convenio de 9 días de ciudades de la esperanza en Manchester.
La política Queer: ¿qué papel tiene para el arte y la cultura?.


La primera “estrella intelectual” del siglo XX en Estados Unidos, Susan Sontag, gestó la indistinción entre la persona y el personaje. Paul...

La primera “estrella intelectual” del siglo XX en Estados Unidos, Susan Sontag, gestó la indistinción entre la persona y el personaje. Paul B. Preciado, ex Beatriz, teórica queer devenida transfeminista, hoy es casi un pop-star con un look atildado de metro sexual más cercano al de un director técnico del Barcelona que al de una activista antisistema.
Preciado irrumpió en escena con el Manifiesto contrasexual, prácticas subversivas de identidad sexual (2000). Siguiendo la estela de Judith Butler y Michel Foucault, el trabajo promovía la deconstrucción de las prácticas sexuales naturalizadas y del sistema de género existente (a cada cuerpo le corresponde un sexo y sólo uno, a cada sexo un género y sólo uno y las prácticas serán heterosexuales). A partir de entonces, sus diagnósticos filo-políticos atrevidos y documentados, su escritura atractiva, las apariciones mediáticas persistentes y oportunas, sumado a un no sé qué de destape a la española (lesbiana replegada por familia franquista católica, académica brillante que se enamora de explosiva cineasta ex trabajadora sexual mientras se autoadministra testosterona en busca de una desidentificación con su sexo-género de origen),  confluyeron en  un cóctel tentador para la sociedad del espectáculo.
En una de sus intervenciones más recientes, en enero de 2015, Preciado escribió en un periódico: “he empezado el año pidiendo a mis amigos cercanos, pero también a aquellos que no me conocen, que cambien el nombre femenino que me fue asignado en el nacimiento por otro nombre. Una deconstrucción, una revolución, un salto sin red, otro duelo. Beatriz es Paul”.
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¿A quién se dirige ese pedido? Estrictamente no somos amigos cercanos ni aquellos desconocidos. En todo caso, somos algunas de las que leyeron a quien firmaba como Beatriz Preciado. ¿Nos interpela? Tanto usar todos, todas y todes y ahora vuelta a la neutralidad falsa del genérico (masculino). Si a Preciado desde este año le apetece ser Paul, ¡voîlà! Pero ¿Porqué tanto ahínco en un autobautismo deconstructivo, y seguirnos subsumiendo y asumiendo un universal masculino? Un desliz significativo y ya tropezamos con la piedra del patriarcado.

La página en Facebook  “Beatriz Preciado Fans” tiene unos 1200 miembr*s (50 se sumaron en las últimas 72 hs). Entre ell*s ya se está debatiendo si no deberían cambiar también el sujeto de su fanatismo: olvidar a esta mujer y ser fans del señor Paul, el recién nacido. ¿Tanto puede un nombre (de varón)?
Cinco meses después del anuncio, Paul expone algunas ideas en el CCEBA que está colmado. A su lado, están sentadas dos de las integrantes del grupo transfeminista Post-Op, Majo Pulido y Elena Urko.  Detrás, se proyectan videos de estas activistas post porno, de performances callejeras y de talleres en los que se explora la diversidad funcional como una posibilidad para generar otras prácticas sexuales no normativas. “El único proyecto político que podemos y debemos compartir de manera transversal es la transformación del deseo”, dice. Cuando termina de hablar sobre su iniciación en el post porno, queda claro que la obra del filósofo que era Beatriz y ahora es Paul quiere ser emancipatoria o no ser nada.
Preciado presentó al activismo post-porno como una experiencia de resistencia y de transformación: una “resexualización” de los espacios y los cuerpos. Performances en la vía pública de escenas eróticas, talleres en los que se exploran partes íntimas de todos y de cada quien, participantes con algunas discapacidades motoras o visuales que sensibilizan diversas zonas erógenas poco habituales. En otras palabras, entender y practicar el sexo de una forma distinta a la forma “normal” y normalizante. “Una auténtica revolución en el nivel mismo de los cuerpos (somatopolítica) porque allí se altera el funcionamiento del sexo como instrumento de la política moderna”.
Si esta revolución de la corporalidad surge de alianzas estratégicas entre distintos lenguajes —el filosófico, el artístico, el sexual— y distintos ámbitos —la universidad, el museo, la calle—, Preciado afirma que su trabajo y el de las activistas es complementario. Este gesto vuelve a poner en cuestión cómo se vinculan el lenguaje teórico y el de las prácticas: una propuesta que conceptualiza la crítica de la norma y las formas de resistencia, ¿debe anclarse en la acción para ser legítima? La laboriosidad del trabajo conceptual, ¿necesita completarse con el impacto y la inmediatez de la acción? Algo de esto resuena en sus advertencias para que las prácticas post porno no adopten solo la forma de una estética; las actividades de taller tienen sentido porque allí se trata de resignificar y desmontar las identidades sexuales: No se trata de poner un dildo por aquí o una cadena por allá, sino de hacer una experiencia de des-identificación de las identidades normativas.
En Sudamérica hubo lúcidas a-propiaciones de sus conceptos por parte de numeros*s activistas. Vari*s presentes en la pública del CCEBA, algun*s incluso con pertenencia académica. Incluso las mismas Post Op ¿ejemplificaban? la idea de “revolución que viene” en su manera de hacer posporno. Sin embargo, el discurso paulino emanaba desde el púlpito progresista de la tarima del CCEBA para decirnos lo que ya le leímos. Igual  fuimos tod*s muy respetuos*s del monolingüismo al que nos sometió. Por lo pequeño del espacio, el ambiente parecía el de un recital. Una de las compañeras hispánicas dijo: “es como los Rolling estar aquí”. Se trataba entonces de una “bestia pop”. Paul, héroe libertario, emerge con su pluma/voz para señalarnos el camino: “Los saberes que las feministas adquirieron en los años 60/70, serían hoy muy interesantes para los colectivos homosexuales; ahí se abre una nueva transversalidad de intercambio de técnicas de resistencia y de modos de gestión de la subjetividad”.
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En la obra de Preciado, la idea de que es posible utilizar la pornografía para hacer una crítica del poder tiene una justificación teórico-política precisa. En Testo Yonqui (2008), su segundo libro publicado, sostiene que desde la segunda guerra mundial el capitalismo desarrolló un régimen de producción del cuerpo y de subjetividades —un nuevo sistema somatopolítico, es decir, de la relación entre cuerpo, poder y verdad— regulado por las modernas tecnologías biomoleculares y digitales, y administrado por industrias farmacéuticas y pornográficas. En su dimensión farmacológica, el poder contemporáneo transforma “nuestra depresión en Prozac, nuestra masculinidad en testosterona, nuestra erección en Viagra, nuestra fertilidad/esterilidad en píldora, nuestro sida en triterapia”; y en su dimensión pornográfica hace del sexo y del cuerpo un espectáculo público que circula en el mercado como un bien comercializable. Entonces, lo que justifica una crítica a través de la pornografía resignificada, es que el poder al que se quiere enfrentar es, él mismo, pornográfico. No se trata de criticar desde afuera del orden político sino utilizar sus propias herramientas cargándolas de significados nuevos.

Con cierto orgullo teórico y práctico Preciado señala que el error del “feminismo antipornografía” consiste, justamente, en dejar el control de una tecnología de producción de placer y subjetividad tan potente como la pornografía a un Estado patriarcal.

Preciado no esconde la admiración ante la capacidad transformadora del activismo. Ha participado de algunas de las obras realizadas por Post-Op y por otras guerrillas trans,  y dice que su “condición conceptual” de filósofo político se ve desbordada por la “radicalidad corporal” con la que estas prácticas “transforman para siempre la ciudad”, la institución o el cuerpo.

En cuanto al escenario del MALBA una chica contaba “fue un hit. Dos cuadras de cola, dos salas atestadas, gente a los gritos que quedó afuera. La presentación fue espectacular, muy lúcida. Además de divertida y provocadora. Terminó con aplausos de pie, ovaciones, aullidos. Genial”.

Si bien la masa del discurso fue sustancial el eje de lo dicho ya había sido escrito, sólo que desde el podio del MALBA, quizás con un público que no es tan seguidor de este tipo de discursos, suena como algo nuevo: “es absolutamente necesario golpear a Foucault con un bastón feminista y también anticolonial […] la reproducción sexual está en el centro de la biopolítica. De ahí que a partir del siglo XVIII la figura central es la ficción histórica de la madre reproductora, y el útero es el objetivo central de las técnicas de gobierno”.

Preciado, en sus disertaciones públicas refiere los resultados de sus revulsivas conclusiones (“las manos y el pene son dildos de carne, y no el dildo, un pene de plástico”, “la privatización del ano genera plusvalía moral”, “la farmacopornografía es un régimen político”) apelando a una pedagogía tradicional expositiva con diapositivas de fondo, ningún espectáculo performático ni vuelo efectista. Es como si la ex Beatriz recurriera a sus credenciales burguesas de teórica trasnacional para hacer penetrar e inocular su discurso subversivo.

En el mejor de los casos Paul repitió lo que conocíamos de Beatriz; en el peor, hizo de cuenta que no se la había leído y monopolizó la palabra. Androcentrismo. No importa la condición identitaria del sujeto que enuncia androcéntricamente, en cuanto este centrismo es la cómoda ubicación desde la que ficcionaliza el discurso filosófico. Centralidad eurocéntrica colonial hegemónica que no se desmonta con pronunciarse “varón anti-normativo”. El Centro Cultural de España era el sitio del enunciador, independientemente del lugar geográfico: el barrio de Recoletos (sic), un no-lugar metropolitano que bien podría haber sido Nueva York, Barcelona, París. Es decir, el contexto de enunciación no se problematiza, el sitio parece neutro, el barrio no connota, el país no se menciona. Es curioso ir a hablar a gentes y no con ellas.

La propuesta política apenas esbozada en el MALBA resultó naif, con el deseo y la buena voluntad como motores, pero al menos parece prender en los jóvenes corazones argentinos libertarios. Preciado genera fans. Probablemente porque la audiencia que modeliza y moviliza no sea su lectorado crítico, sino quienes apuestan al fetiche de la presencia y eligen someterse a una larga cola para que su eminencia (nos) arengue desde el escenario de un museo privado. No fotos, no grabadores. Sí, quiere ser todavía el dueño de su acting, controlar el flujo de información. Paul –reiteraban sus guardianes- pidió específicamente que no se tomaran imágenes suyas.

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Si el dónde no contaba en el discurso de Preciado, tampoco lo hacía el cuándo: 5 de junio, a dos días de la concentración por “Ni una menos”, se publicaba la decisión de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación de abrir un registro nacional de femicidios. Pero claro, Paul dejó sentado que la “feminidad” era algo del feminismo y de los estudios de género en los institutos universitarios, y al decir “feminidad” se escuchó el desprecio. Un día después, en su segundo discurso “recoleto” en el MALBA, arengó en abstracto a “organizarse para hacer algo”: su desinterés por la audiencia fue manifiesto, especialmente por el contexto de recepción donde las transversalidades militantes gestaron y se están gestando en múltiples facetas. ¿Hay alguien ahí, encarnando el discurso sentencioso que como agua bendita arroja a los “infieles” de la colonia? Porque aquí, en la “audiencia”, hay muchas personas que compartimos que el feminismo no es singular, que su sujeto político no es “las mujeres” como a priori esencial, es un sujeto ex-céntrico, en cada coyuntura da cuenta de un proceso histórico. Una cosa es decir que “no solo las mujeres” son el sujeto del feminismo y otra hacer de cuenta que las mujeres no existen y no forman parte de él. 

Para Paul “las feministas” y “los homosexuales” son conjuntos disjuntos porque ignora sus conjunciones sudacas, que de ningún modo son exhaustivas pero sí muy histórico-políticas. Resulta curioso que la última pregunta que se escuchó en el CCEBA: “¿Cómo se apropia el transfeminismo del cuerpo masculino estándar, de lo fálico, cómo lo transforma, lo incorpora, le da un nuevo discurso?”, solo haya provocado perplejidad. Preciado atina entonces una clarificación: “el transfeminismo no existe sino como un conjunto de prácticas de resistencia, desborda la denominación queer, su estrategia clave no es la identificación sino la des-identificación”.
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Sin poner a competir las esferas que Preciado nos propone mezclar —el discurso y la acción— tal vez podemos contar su relación de otra manera; tal vez podamos pensar que se trata, más bien, de una “radicalidad teórica” que desborda la condición corporal y por eso activa formas corporales diversas. Las largas colas y las horas de espera para “ver” al líder teórico del post porno parecen consolidar la idea de la legitimidad por la práctica, como si a la lectura de sus trabajos le faltara algo o como si la “tibieza” de la teoría tuviera que entrar en el verdadero calor del cuerpo a cuerpo con el ídolo para realizarse. Aunque no hay que engañarse, un escenario y butacas es la mejor puesta en escena de la distancia.

Contra el imperativo de productividad y la conminación al “hacer” que nos gobiernan, tal vez sea oportuna una reivindicación humilde de la bastardeada “vida académica” en la que Preciado, nos guste o no, viene desarrollando su trabajo, tan o más transformador que las prácticas que apadrina. Otro Paul muy preciado —Michel Foucault, anterior a este Preciado que nos encanta— nos advirtió: la real perversión del poder no es que nos reprime sino que nos hace creer que nos libera.

Hay salto sin red cuando Pre-ciado (o ¿Postciado?) enuncia: Lo más importante no será la transexualidad sino las relaciones que ese proceso de transformación active y que hasta ahora estaban capturadas por la norma. Esa matriz normativa que establece la coherencia entre sexo, género y deseo sexual debe desguazarse y quedar abierta a la transformación sin cristalizar en ninguna identidad fija porque somos y estamos en un proceso, en relaciones en un constante devenir. Pero ¿es algo pasar de Beatriz filósofa a Paul filósofo? ¿Es un paso? ¿Paso de tango? ¿O contradanza?
El desafío conceptual en tanto manifestación de un compromiso político no se puede divorciar de su situación. La ficción política de “ser mujer”, en cada tiempo y lugar, puede costarle la vida a demasiadas corporalidades.
Se podría decir: Preciado, nos gustas cuando escribes, porque estás más presente.
[1] Post-Op es el nombre del grupo de estas artivistas creado en 2003 en Barcelona. Es un grupo interdisciplinar que investiga sobre género, sexualidad y post-pornografía desde una perspectiva queer transfeminista. Su trabajo abarca performances, realización de talleres e instalaciones, la videocreación o la acción directa. Desde ese mismo año se conocen con Preciado, cuando participan de la Maratón Posporno que organizó en el MACBA, Barcelona.

Publicación original: en Revista Anfibia 

Visuales de la Sexta Marcha del Orgullo Queer de Kerala el 11 de julio de 2015 @ Thiruvananthapuram. "Queer" es un término paragua...


Visuales de la Sexta Marcha del Orgullo Queer de Kerala el 11 de julio de 2015 @ Thiruvananthapuram. "Queer" es un término paraguas para la minoría de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales (LGBT) de cualquier sociedad. La minoría LGBT sigue siendo oprimida, ridiculizada, criminalizada o patologizada en muchas partes del mundo, incluida la India.  
Para contrarrestar el estigma y la opresión, junio-julio es celebrado por la comunidad queer en todo el mundo como Pride Month y Queer Pride Marches ocurren en todas las principales ciudades del mundo. El primer orgullo raro de Kerala ocurrió en Thrissur el 2 de julio de 2010. Desde entonces, ha ocurrido en Kozhikode y Kochi. Esta es la primera vez que la marcha ocurre en la ciudad capital de Thiruvananthapuram. Centenares de miembros de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) y partidarios emprendieron una marcha en el sur del estado de Kerala el sábado para exigir una vida de dignidad y poner fin a la marginación. Activistas sociales y escritores también estuvieron presentes en el desfile para expresar solidaridad e inflamar el espíritu de los miembros de la comunidad LGBT.


Ahora conocido como  Paul B. Preciado, nacido como  Beatriz Preciado  en  Burgos , España en  1970,  es un  filósofo   feminista , destacad...

Ahora conocido como Paul B. Preciado, nacido como Beatriz Preciado en Burgos, España en 1970, es un filósofo feminista, destacado por sus aportaciones a la Teoría Queer y la filosofía del género

Tiene un doctorado en Teoría de la Arquitectura de la Universidad de Princeton, donde también obtuvo una maestría de Filosofía Contemporánea y Teoría de Género en la New School for Social Research de Nueva York. Fue alumno de Ágnes Heller y Jacques Derrida. Se traslada a Paris en 1999, debido a una invitación de Derrida para participar en los seminarios de la École des hautes études en sciences sociales (EHESS). En esos años destacó por su colaboración en los inicios de la Teoría Queer en Francia, concretamente con un grupo de escritores liderado por Guillaume Dustan y conocido como "Le Rayon Gay".
En su primer libro, Manifiesto contrasexual (2002), inspirado por las tesis de Michel Foucault, reflexiona sobre los modos de subjetivación e identidad, así como sobre la construcción social y política del sexo, tomando parte —a raíz de ello— en distintos foros internacionales. Será traducido a varios idiomas, siendo hoy una referencia indispensable en la teoría queer.
Manifiesto contrasexual le seguirá en 2008: Testo yonqui (publicado por España en la edición en castellano), donde hace un recorrido y análisis de lo que denomina régimen farmacopornográfico, es decir, el capitalismo en el que las industrias farmacéuticas y de la pornografía juegan un papel crucial. Denomina, por tanto, al actual sistema capitalista: capitalismo farmacopornográfico. Los capítulos dedicados a este análisis se complementan con aquellos en los que, de forma autobiográfica, Preciado describe el proceso de autoadministración de testosterona. En palabras del propio autor: Este libro no es una autoficción. Se trata de un protocolo de intoxicación voluntaria a base de testosterona sintética que concierte el cuerpo y los afectos de B.P. Es un ensayo corporal.2
En abril de 2010 queda finalista del Premio Anagrama de Ensayo en su XXXVIII edición3 con el libro Pornotopía. Arquitectura y sexualidad en «Playboy» durante la guerra fría. El jurado del premio estaba compuesto por Salvador Clotas, Román GubernXavier Rubert de VentósFernando SavaterVicente Verdúy el editor Jorge Herralde.
Dirige el proyecto de investigación y producción artística: Technologías del Género e impulsa las iniciativas teóricas y políticas drag kingpospornográfico y transgénero.
Con la tecnología de Blogger.